A lo largo de la historia del arte diferentes artistas han utilizado el recurso de la anamorfosis, consiguiendo una ilusión óptica muy curiosa.
Se trata de representar un objeto deformado, que obliga al espectador a situarse en un punto distinto al frontal en el cual poder verlo crrectamente. Una perspectiva distorsionada.
Uno de los primeros en utilizar esta técnica fue Leonardo da Vinci, y una de las obras más conocidas con este procedimiento es la que vemos, Los embajadores, de Hans Holbein el Joven de 1533. Cuadro de retrato doble, del género vanitas donde diversos elementos nos hablan de la vacuidad de la vida, entre ellos la anamorfosis de un cráneo que habría que ver desde la esquina superior izquierda.
Elementos arquitectónicos utilizados en la arquitectura gótica.
Los pináculos son los remates apuntados en los que terminan a veces los contrafuertes. Los arbotantes tienen forma de medio arco que descarga la presión que ejerce el empuje de la bóveda trasladándolo a un contrafuerte.
En este caso se aprecian muy bien en esta vista tomada desde la terraza de la catedral de Milán más conocida como Duomo de Milán, impresionante construcción gótica iniciada en el s. XIV considerada una de las más grandes del mundo.
Cuando descubrí esta obra en los libros, no tuve duda, tenía que verla, situarme frente a ella y comprobar si la mirada inquietante de Inocencio X traspasaba la pintura y llegaba a mi persona. Tras un primer intento fallido, conseguí estar delante del cuadro y todas las expectativas se quedaron cortas.
Inocencio X luce real, turbador, inteligente. Su mirada te persigue. Velázquez, genio de la pintura barroca española del Siglo de Oro, muestra en esta obra realizada en su madurez, una técnica impecable. Con una pincelada suelta retrata al pontífice con gran realismo, le sitúa en una postura natural, de medio cuerpo, sentado y girado hacia el que le observa. El artista se vale de los nuevos procedimientos artísticos y del conocimiento de los pigmentos para, de forma decidida, utilizar diferentes tonos de rojo en el sillón, el cortinaje del fondo y parte del ropaje del retratado, así como veladuras y texturas que consiguen un efecto lumínico de forma magistral. Aunque se abandona el tenebrismo, se siguen marcando los contrastes entre luces y sombras. Pero además del dominio del color que muestra Velázquez, lo más característico de este retrato es el impacto psicológico que produce al verlo. La figura no expresa movimiento, pero a la vez no es estático, tiene vida, ofrece una conexión con el espectador que se ve atraído por los ojos del papa que muestran el alma. Un momento íntimo, un impacto emocional que no te deja indiferente. El artista consigue, sin un detallismo extremo, que el espectador termine el cuadro en su cabeza, idea que luego desarrollaran los impresionistas para los que Velázquez fue un referente.
Son cuatro las virtudes morales que Platón enunció en un contexto filosófico de época clásica que se vieron reflejadas posteriormente en el cristianismo. Tuvieron auge en el siglo XV y fueron muy representadas en monumentos funerarios haciendo referencia a la buena conducta del difunto. En el Renacimiento comienzan a aparecer con atributos que las diferencian entre sí. Las virtudes cardinales son la Templanza, la Justicia, la Prudencia y la Fortaleza que a veces van acompañadas de las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.
En las conocidas Estancias de Rafael, que el artista pintó en el Palacio Pontificio del Vaticano que hoy forman parte de los museos, se dedicó un fresco a este tema, en concreto en la Estancia de la Signatura. En esta sala podemos observar a las virtudes cardinales junto con las teologales. Las primeras son representadas por el artista con forma de bellas mujeres. Aparecen tres de ellas sentadas sobre un zócalo clásico. A la izquierda se sitúa la Fortaleza con un yelmo dorado y túnica. Sujeta un león símbolo de fuerza y una rama de roble que hace referencia a Julio II, papa en el momento que se pinta la obra, 1511. En el centro está colocada la Prudencia, con doble cara ya que se refleja en un espejo, alegoría de conocimiento de uno mismo y de capacidad de tomar decisiones prudentes. Tiene como atributo una serpiente enrollada en un brazo, animal que se describe en la Biblia por su comportamiento cauto. A la derecha se halla la Templanza con un freno de caballo en su mano, que alude al saber refrenar las pasiones y el poder de evitar la conducta de un corcel desbocado. La Justicia aparece en la bóveda, por encima del resto, con una espada en la mano que mira al cielo, la espada de Dios, y una balanza que pesará las buenas y malas obras de cada uno.
Las virtudes teologales aparecen representadas en este caso con forma de querubines, la Fe señala al cielo, la Esperanza lleva una antorcha y la Caridad se agarra a la rama de roble recogiendo los frutos.
La Duda de Santo Tomás en el Claustro Románico de Santo Domingo de Silos en Burgos. Un bajorrelieve donde se aprecia la isocefalia en los personajes, una norma artística por la que las cabezas aparecen alineadas a la misma altura a modo de friso, exceptuando en este caso a Cristo que se muestra con mayor altura. Los personajes de la composición están distribuidos en tres filas, con el nimbo de santo y expresión hierática. Destaca Cristo que levanta el brazo mostrando la llaga ocasionada por la lanza para que Santo Tomás pueda introducir el dedo y resolver su duda. Están encuadrados por un arco almenado, con torres, donde en la parte superior dos hombres tocan los cuernos y dos mujeres panderetas festejando la resurrección.
Todos sabemos lo que es arte, o eso creemos, porque es un concepto inherente al ser humano desde que tenemos conocimiento. Está ahí desde siempre. Pero ¿alguna vez nos hemos planteado qué es el arte?
Venus de Willendorf Museo de Historia Natural de Viena. Foto: Wikimedia Commons
El arte nace con nosotros, todos llevamos a un artista dentro, que saca a la luz de una manera o de otra una obra con un fin estético, un juicio cuyo objeto es el placer de lo bello. No obstante, esto nos lleva a más preguntas: ¿quién define lo que es bello y lo que no?
La Anunciación. Leonardo da Vinci. Galería de los Uffizi. @elmitodekora
David. Miguel Ángel. Galería de la Academia. Foto @elmitodekora
Hay muchos aspectos que pueden hacer a una obra bella, pero el arte no es solo eso. La belleza realmente es subjetiva, es una cualidad de algo o alguien que nos provoca un sentimiento placentero. Aunque lo feo también nos origina diferentes sentimientos. Por lo tanto, si el arte busca una respuesta en el espectador, no debería centrarse solo en lo bello. Además, la belleza está en nuestra mente, ya que tenemos unos prejuicios instalados desde nuestra infancia. Sentimos que algo es atractivo o no debido a un ideal o canon implantado en nuestra mente, recibido a lo largo de nuestra educación. Los valores que nos han inculcado nos hacen ver las cosas de forma concreta, nos encapsulan y nos crean estereotipos y estándares, clichés establecidos por la sociedad. Así que volvemos a la idea de que realmente la belleza es una valoración. El artista, una persona que ha adquirido unos conocimientos extras, diferentes a los obtenidos por el resto de las personas, tiene la capacidad de apreciar y expresar un concepto, y hacerlo universal, consiguiendo una armonía entre todos, por lo que su obra queda establecida como una creación bella de forma generalizada. Estas ideas globales de la belleza que se han gestado hace tanto tiempo, las tenemos arraigadas y no podemos desprendernos de ellas. La primera teoría sobre la estética surgió con Platón y continuó con Aristóteles. Para ellos el arte era una imitación de la naturaleza, pero este aportaba lo que la naturaleza no podía llevar a su fin, porque la imitación no sólo era copiar un original, sino representar un aspecto concreto de una cosa. Para ellos, la estética era inseparable de la moral. En la Edad Media, el arte era la expresión de la religiosidad, mientras que en los siglos XV y XVI, época del humanismo, la estética abarcaba más campos a parte del religioso, imponiéndose la era de la razón. Sin embargo, el gran impulso del pensamiento estético se dio en el mundo moderno, en el siglo XVIII, cuando Kant se interesó por los juicios del gusto estético y desarrolló la idea del genio, el que ve más allá de lo que muestra la naturaleza, captando algo que en su imitación convierte en arte. Este ideal creó un puente entre la estética clásica basada en la mímesis y el pensamiento de que lo bello provenía de Dios, y la estética moderna, el arte. En el siglo XX, pasamos a otra reflexión, los avances tecnológicos modifican la forma de ver el arte y el estudio de la estética. Lo grotesco, lo atroz, puede ser bello, lo importante es la respuesta del receptor ante una obra, no la del autor. El arte busca una emoción.
La Danza. Henri Matisse Museo del Hermitage. @elmitodekora
Todo esto nos lleva a pensar que hemos avanzado mucho y que en la época contemporánea se ha pasado de un ideal de belleza clásico a otro moderno, más conceptual, donde los sentimientos son provocados en el espectador por medio de otras herramientas, como pueden ser, los colores, las formas, etc. Ejemplo de esto es el arte abstracto, ya no prima la imitación de lo que vemos, sino el concepto, la idea. El artífice de la obra explora su necesidad interior de plasmar un sentimiento, provocando otro parecido o totalmente distinto en el observador. Esto es un gran paso en el planteamiento del arte. Aun así, queda mucho camino que recorrer, puesto que una gran mayoría de público no entiende esta nueva noción de arte. Llevan muy dentro la idea de emulación de la naturaleza igual a belleza, y es posible que desarrollen muchas sensaciones ante creaciones artísticas de vanguardia sin saberlo. En el fondo es lo que buscan las nuevas actuaciones sin que ellos lo sepan, esa respuesta objetiva sin suspicacias, libre, como la producida por un sonido, un olor, un recuerdo.
Kora es un mito. He elegido este nombre para mi blog porque aquí hay cabida para todo lo relacionado con el arte, con las historias inventadas y los pensamientos creativos. La pintura es uno de los aspectos artísticos que más me gusta, y que mejor nombre para este proyecto que El Mito de Kora, que nos habla del origen mismo de esta técnica.
Jean-Baptiste Regnault. Butades y el origen de la pintura.
La mitología fue un medio para aclarar el origen de muchas cosas, además de hablarnos de la vida y aventuras de dioses y héroes. Se servía de fábulas, a veces con carácter moral, para interpretar hechos inexplicables.
El mito se fragua en civilizaciones antiguas como la egipcia, o la fenicia, pero el pensamiento mítico griego es el más rico. Con ellos la mitología fue elevada a su máxima expresión. La historia y el arte de esta civilización están llenos de leyendas que nos dan información de su cultura. Esta literatura, basada en la invención, mezcla hechos reales y fantásticos para ofrecernos relatos que conforman su historia y tradición.
El mito de Kora explica el origen de la pintura basándose en una leyenda contada por Plinio el Viejo, escritor romano del siglo I, relatada en su Historia Natural, un compendio de libros reales e inventados, que se recogen en formato enciclopédico en 37 volúmenes.
La dama corintia. Joseph Wright de Derby.
En uno de sus libros escribe sobre la historia de la hija de un artesano, Butades de Sición. Plinio habla de inicio incierto, lo que le da carácter de mito. Kora, que así se llamaba la joven, se había enamorado de un hombre que iba a dejar la ciudad. En su despedida, encontrándose muy triste, decidió conservar su imagen de algún modo, quizá también su espíritu. La luz reflejaba la sombra de su amado en la pared y ella fijó con carboncillo el contorno de su perfil. Posteriormente, su padre aplicó arcilla sobre el dibujo para dotarlo de relieve, que hizo endurecer al fuego.
Es un relato curioso cuya fantasía dota a la pintura de cierta magia.